Hoy quiero hablar de dos formas de pago online que se han convertido en un estándar en el entorno de los negocios online.
Una que ya no necesita presentación, porque ya sea como vendedor o comprador, seguro que conoces Paypal y probablemente lo utilices, y otra, Stripe, no tan conocida por los que están en el el lado del comprador, pero que está creciendo con muchísima fuerza por las ventajas que reporta a los vendedores frente a su competencia.
Parecidos y diferencias
Tanto Stripe como Paypal son dos pasarelas de pago que nos permiten conectar con la cuenta bancaria y cobrar a través de nuestra web a los clientes sin necesidad de que ellos tengan una cuenta propia en dicha plataforma, es decir, con su propia tarjeta de crédito o débito.
Paypal además, permite que si el cliente está dado de alta, puede pagar con su email y contraseña sin tener que introducir los datos de la tarjeta, y ese es uno de sus puntos fuertes, ya que aún hoy en día mucha gente es reticente a introducir datos sensibles en una web de una empresa que no conocen.
Sin embargo, Paypal tiene algunos inconvenientes de cara al vendedor que han propiciado que Stripe, sin estar tan extendido ni sea tan conocido, le esté ganando mucho terreno:
- Las comisiones para el vendedor de Paypal son mucho más altas que en Stripe
- Para realizar el pago, Paypal redirige a los usuarios a su propia plataforma, donde han de introducir sus datos de cuenta o tarjeta, y después retornan a la web. Este proceso no siempre es ágil e intuitivo para clientes que no conocen la plataforma y puede derivar en pérdida de compras finales.
- En caso de disputas, Paypal difícilmente se pone de parte del vendedor, con lo que te puedes encontrar en muchos casos con devoluciones de pagos injustas y la impotencia de no poder hacer nada.
No son excluyentes
Antes de nada aclarar que no tenemos porque escoger una de las dos opciones para nuestra web o e-commerce, ya que son totalmente compatibles.
En general se recomienda dar al usuario cuantas más opciones mejor, por lo que podemos perfectamente tener activadas las opciones de Paypal y Stripe a la vez (e incluso transferencia, contrareembolso y TPV bancario).
Tema aparte es si realmente a nosotros como vendedores nos sale a cuenta según que tipo de forma de pago y deberemos valorarlo en función del producto, el perfil de cliente y el importe medio de las ventas.
El único requisito que impone Stripe es que la web funcione bajo https://, es decir, tenga un certificado SSL configurado y válido.
Aunque eso hace un tiempo podía ser un problema, lo cierto es que hoy en día el uso de SSL está ya tan extendido y se recomienda tanto aunque no realices transacciones en tu web, que ya se suele dar por hecho y no supone un problema.
El crecimiento de Stripe
Aunque si no tienes un ecommerce o negocio online es posible que no te suene de nada, Stripe está creciendo con muchísima fuerza en los últimos años, y es que tiene dos ventajas que para mi son las que más han contribuido en esa evolución:
- Las comisiones son mucho más bajas que en Paypal
- El proceso de pago se integra dentro de tu propia web, apareciendo el formulario de introducción de la tarjeta en la misma página de checkout. Pero ojo, esos datos los procesa directamente Stripe, nunca tienes acceso como vendedor a ellos ni se quedan guardados en tu servidor o base de datos, por lo que en cuanto a protección de datos no supone ningún riesgo ni complicación añadida.
Si es tan bueno, ¿por qué no se conoce apenas?.
Básicamente porque trabaja de forma transparente, es decir, así como Paypal suele mostrar su logo en la página de pago, y redirecciona automáticamente a su plataforma, por lo que es inevitable ser consciente que estás pagando a través de ellos, Stripe la mayoría de veces ni se nombra en las páginas de pago, simplemente aparece el formulario de datos de la tarjeta y el usuario no es consciente de que está pagando mediante esta plataforma.
Es por ello que si no tienes una web con transacciones online no hayas oido nunca hablar de Stripe ni tengas porqué conocerlo.
¿Y el TPV virtual del banco?
Antes de la aparición de Stripe, el estándar junto con Paypal en el pago online era la plataforma propia del banco con el trabajamos, llamado TPV virtual y que normalmente funciona a través del sistema RedSys o Ceca.
Con este tipo de pago, el usuario es redirigido a la plataforma propia del banco donde introduce los datos de su tarjeta, y en algunos casos un código adicional que funciona a través de una tarjeta de claves o de mensaje en móvil, y una vez realizada la transacción devuelve al usuario a nuestra web.
En el momento en que la única competencia real era Paypal, los TPV bancarios tenían la ventaja de la confianza del cliente que no conocían ni tenían cuenta en Paypal, además de unas comisiones muchísimo más bajas, sin embargo daban el mismo problema de tener que enviar al usuario a otra plataforma externa de su web de la que muchas veces ya no volvían.
En el caso de RedSys, además se añade el problema de ese segundo código de seguridad que dificulta muchas veces que la transacción se finalice en ese momento porque el usuario no tenía a mano la tarjeta de claves o no tenía configurado el sistema de confirmación vía móvil.
Con la aparición de Stripe, el vendedor tiene ahora una alternativa a Paypal que permite al cliente pagar directamente con su tarjeta, sin tener que pasar por la plataforma bancaria ni añadir códigos extra, por lo que el incremento de la usabilidad y conversión es tan alto que la mayoría de veces compensa la diferencia de comisiones entre una y otra plataforma.
¿Qué recomiendo utilizar?
Para mí, por la experiencia que tengo de clientes, como comentaba antes lo básico es valorar el tipo de producto, el tipo de cliente al que te diriges y el número de transacciones e importe medio que realizas.
Si vendes productos digitales, ya sean infoproductos, cursos, plantillas, etc… te recomiendo utilizar Stripe casi en exclusiva, porque suele ser un tipo de cliente ya muy acostumbrado a pagar online, además, en este caso quedan descartadas otras formas de pago como transferencia o contrareembolso.
Si vendes productos físicos y tu cliente tipo no es demasiado digital, daría cuantas más opciones mejor, siempre dentro de su viabilidad e importe medio. Si tienes muchos pedidos al día de poco importe, permitir el pago por transferencia o contrareembolso te va a dar tantas complicaciones de gestión que es posible que no te salga a cuenta ofrecerlo.
Por el contrario, en productos de importe muy alto y de pedidos no tan frecuentes, la transferencia bancaria sigue siendo un método de pago muy válido, aunque la gestión sea más complicada.
Lo bueno es que, excepto el TPV virtual, que el proceso de alta suele ser más complejo y a veces conlleva costes adicionales, el resto de opciones son gratuitas y relativamente fáciles de configurar, por lo que siempre tienes la opción de probar durante un tiempo unas y otras y ver con el tiempo las que prefieren tus clientes y te resultan más cómodas de gestionar.
Y si tienes cualquier duda, en cuanto a qué plataforma utilizar o cómo configurarla, no dudes en contactar conmigo y estaré encantada de ayudarte.

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