Que el tiempo es cuestión de prioridades creo que a estas alturas nadie me lo discutirá.
Cada vez que voy a ver a mi hermana flipo con su terraza, la tiene preciosa, llena de flores y plantas. Ella disfruta, plantando, abonando, buscando el mejor lugar para cada una según el sol y la humedad…. y aprovecha cualquier momento para hacerlo. Yo en cambio tengo cuatro plantas que son auténticas supervivientes que aguantarían hasta en un desierto.
Se que podría excusarme diciendo que entre los niños, la casa y el trabajo no tengo tiempo para dedicarle a las plantas… pero ya no me engaño.
Aunque el día tuviera 48 horas se que no encontraría el momento de dedicarle.
Porqué la jardinería no me gusta, no disfruto haciéndolo y aunque de vez en cuando me lo proponga y pase por el garden y compre flores y tiestos y le dedique una mañana a plantarlas y colocarlas… se que al poco tiempo volverá a estar igual.
Porqué siempre encontraré mil cosas antes que me apetezca más hacer.
Cuando hablamos de obligaciones no hay mucho dilema. Hay cosas que se han de hacer y punto.
Nos organizamos la semana en función del trabajo, de los proyectos, de las reuniones y llamadas, de las extraescolares de los niños y las visitas al supermercado o al médico. Montamos nuestro calendario semanal y con más o menos éxito, buscamos los huecos para todo aquello que se tiene que hacer.
La ropa se ha de lavar y tender. O lo haces tú o pagas a alguien que lo haga. No hay más. No hay mucho más que decidir.
La cena se ha de hacer. Y punto. Podrás pedir pizza o recurrir a bocatas o comida pre-cocinada. Pero podrás hacerlo un día o dos, no más. (Por lo menos si tienes familia a la que debes alimentar y educar…)
El problema viene en los benditos y escasos ratos libres.
En aquel sábado tarde que milagrosamente no hay ninguna barbacoa con amigos o cumpleaños infantil y encima llueve, los niños están entretenidos y salir al parque o con la bici queda descartado.
En aquella media hora que de repente te encuentras que ya está todo hecho, los niños juegan (o te parece que lo están haciendo, pero mejor no acercarse a ver porque se romperá la magia) y es pronto para cenar.
Cualquier persona con o sin hobbys tendría muchas opciones... ¿Aprovecho para descansar? ¿Leo un rato? ¿Me plancho el pelo? ¿Miro la tele? ¿Salgo a correr o hago una sesión de yoga? ¿pinto / coso / toco la guitarra / hago un pastel / reorganizo el armario?…. (léase cualquier cosa que pueda gustarle hacer a cualquier persona)
… pero si ademas eres empresario o freelance o estás pensando en poner en marcha algún proyecto propio y resulta que además tu trabajo te apasiona y es tu hobby, las posibilidades se multiplican exponencialmente…
Tus conexiones neuronales empieza a echar chispas y lo peor es la idea de no tomar la decisión a tiempo y acabar desaprovechando ese ratito libre… y luego dicen que trabajar en lo que te apasiona es lo mejor que te puede suceder 😉
Quizás soy la única adicta a mi trabajo/hobby y no le pasa a nadie más, pero me extrañaría… ¿Qué haces tu en esos casos?
Yo últimamente opto por una de estas dos opciones:
- 1. Si tengo una lista de tareas a hacer (de temas propios, nunca para clientes, que eso está reservado para el horario laboral), miro la siguiente que toca y si da tiempo hacerla me pongo a ello.
- 2. Si no tengo nada en la lista o lo que hay no me da tiempo a ponerme el ratito libre que me ha quedado… pongo música, abro una cerveza y desconecto.
Aunque al final poco importe, porque decida lo que decida, una vez me ponga a ello, o me llamará alguna amiga y nos pasaremos un buen rato al teléfono, o los niños decidirán cansarse de repente de lo que hacían y pelearse o reclamar mi atención.

Contrata ahora el servicio de mantenimiento y preocúpate de hacer crecer tu negocio.