El complejo de pequeño… o 7 consejos para profesionales y pequeños negocios

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Era la mesa de reuniones más grande que había visto nunca, desproporcionada para la sala donde estaba. Eramos muchos y apenas ocupamos la mitad de la mesa, y para pasarnos un papel de lado a lado teníamos que hacerlo deslizarse intentando que llegara a la persona correcta.

Era mi primera reunión para un cliente de los «grandes». Iba como subcontratada de una agencia, subcontratada por otra que colaboraba puntualmente con la agencia «oficial» de comunicación de la empresa cliente. A la mayoría era la primera vez que los veía, pero se suponía que trabajábamos todos juntos, que éramos un equipo. Y eso es lo que debía creer el cliente.

 

Me sentía cohibida, insegura, aterrada.

Hasta que me di cuenta que era la única de esa enorme mesa que sabía realmente de lo que se hablaba. La única que podía contestar directamente al cliente y decirle si algo podía hacerse o no y cómo se podía desarrollar.

 

Ese día perdí mi complejo de pequeña.

Esa mañana decidí que no quería trabajar más para agencias subcontratadas por otras agencias. Con tantos intermediarios que lo único que conseguían era, aparte de llevarse su margen o comisión, conseguir que la comunicación entre el cliente y el desarrollador final pareciera el juego de los disparates.

Quería hablar directamente con la persona que tenía un problema, una necesidad, y al que yo podía ayudar.

 

Cuando empiezas como freelance, o una pequeña empresa o startup, la inseguridad es una constante. Y no sólo a nivel económico. Cuando tienes que presentarte a un cliente por primera vez, te sientes pequeña, convencida que te va a mirar por encima del hombro y a preguntarte por el resto de la empresa. Pones un nombre de marca, hablas en plural en tu web y rezas para que no te pregunten demasiados detalles para no tener que mentir.

Es normal, y es inevitable, te falta rodaje, te falta seguridad y te faltan decenas de proyectos y experiencias.

Pero con el tiempo vas descubriendo tus puntos fuertes, todo aquello que puedes ofrecer a tus clientes siendo tu mismo. La flexibilidad, la cercanía, el poder implicarte en sus proyectos como no puede hacerlo una gran agencia.

Hace ya mucho tiempo que no me escondo, cuando renové mi web decidí ya hacerlo con mi nombre y explicar claramente quien soy, que soy una gran profesional, pero que también soy madre, con todo lo que ello implica. Y quizás eso eche para atrás algunos que dejaran de contactarme, pero también hay quien me llama por primera vez, sin conocerme, y me pregunta si es buen momento, si estoy con los niños y prefiero hablar más tarde.

Se que éste es un proceso difícil de acortar, pero quizás tu no necesites los 7 años que llevo yo de freelance para llegar a mis mismas conclusiones.

 

7 consejos para superar el complejo de pequeño:

 

1- No te escondas. No hace falta que vayas propagando a los cuatro vientos que trabajas tu solo desde un rincón del comedor de tu casa, pero se siempre transparente y no aparentes lo que no es. Ahorrarás malentendidos y dolores de cabeza.

 

2- No te subestimes. Si eres bueno en tu trabajo eres perfectamente capaz de hacerlo igual o mejor que una gran empresa (que quizás está sub-sub-subcontratando a un freelance  o pequeña empresa como tú)

 

3- Se realista con el tipo y tamaño de los proyectos que puedes asumir. Has de conocer tus limitaciones y no intentar abarcar más de lo que puedes o te complicarás la vida innecesariamente. Un proyecto demasiado grande puede colapsarte, no dejándote tiempo para atender otros clientes, y puede hacerte depender económicamente demasiado de un solo cliente.

 

4- No seas tu peor jefe. La mayoría de veces al cliente le da igual si tardas 3 o 6 días en hacer algo, pocas veces es algo realmente urgente y si es así te lo dirá. Si crees que necesitas una semana para preparar algo, dile que tardarás 2. Si al final lo tienes listo en menos tiempo, estará encantado, pero si ajustas demasiado, te arriesgas a tener una urgencia real de otro cliente, a ponerte tú (o tus hijos) enfermo, a mil cosas que pueden retrasar la entrega y darle la impresión al cliente que no estás cumpliendo con tus obligaciones, aunque en realidad no tenga ninguna prisa y luego tarde él una semana más en revisarlo. El trabajo bien hecho necesita tiempo, y el estrés y los agobios la mayoría de veces los provocamos nosotros mismos.

 

5- Busca colaboradores de confianza, de tu misma especialidad, para puntas de trabajo, o de perfiles complementarios al tuyo, para poder ofrecer un abanico más amplio de servicios. Si trabajas con clientes pequeños, que ya te conocen y confían en ti, les facilitarás mucho la vida si puedes encargarte tú de todo lo que puedan necesitar (siempre dentro de tu área). Te ayudará también poder compartir experiencias con ellos, recomendaros entre vosotros o desarrollar nuevos proyectos juntos.

 

6- Piensa en grande, no te auto-limites, invierte en ti y en tu empresa, no te conformes y dedícale tiempo a pensar constantemente como mejorar, como crecer. Trabaja con objetivos y presupuestos e invierte en herramientas, en equipos y en publicidad.

 

7- Reinvéntate de vez en cuando. Muchos somos freelances o montamos startups porque no son felices trabajando para otros, con un horario fijo y las mismas tareas día tras día. Por mucho que trabajes por tu cuenta, sino te esfuerzas por evitarlo puedes acabar cayendo en esa misma rutina. Con clientes dictadores como jefes y los mismos tipos de proyecto, uno tras otro. Lee mucho, escucha mucho, estáte atento a nuevas ideas, tendencias. Si vas con la mente abierta y con ganas de hacer cosas nuevas, verás como continuamente se te ocurren ideas, posibles nuevos productos o servicios, negocios paralelos, sinergías o colaboraciones…. mil y una ideas y proyectos de los que alguno quizás llegues a hacer realidad, y muchos no, pero que te ayudarán a no perder la ilusión del principio, a crecer y mejorar.

 

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